El analista internacional Francisco Tudela dijo que la doctrina armada de Chile no tiene como objetivo la guerra. Mencionó que al Ministro de Defensa chileno Andrés Allamand no le interesa lo que pase en Cajamarca o en la Corte de la Haya. Sus declaraciones apuntan a ganar seguidores.
Parte I
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Parte II
Bueno, opino que el señor Tudela hace reflexiones, a tomar en cuenta, desde una perspectiva de las probabilidades, de lo que podría ser y de lo que no podría ser respecto a la política exterior de Chile en relación con sus vecinos. Pero hay otro punto de la cuestión, y es que el Perú no hace más que hipótesis que no van más allá de eso. Y esto me hace recordar a lo que pasaba con los políticos del Perú hasta antes de la guerra de 1879 y -hasta ahora- después de esta guerra, cuando, mientras el Perú trabajaba la hipótesis de una fácil victoria militar sobre Chile, este país trabajaba la suya de la mano con el plano de lo fáctico.Con ello no pretendo decir que debemos los peruanos estar en ascuas respecto a lo que nos podría suceder con Chile, sino simplemente saber qué hacer -antes, y no después- si las hipótesis, peruana o chilena, se desplazan al plano de la realidad, y estar en la capacidad de reaccionar positivamente aun en el caso de que ocurriera lo que no podríamos prever.
Gobernar es preveer. Un Estado no puede preveer más alla de un plazo razonable. Nadie sabe como será el mundo en cincuenta años. Entonces lo que un Estado debe hacer es tener una estimación optima de sus requerimientos defensivos y tener un plan de adquisiciones, reemplazos y renovación que mantenga un poder militar en un grado de preparación y potencia permanentes. Si esto se hiciera, la paz estaría garantizada, pues un país con un poder semejante, proporcionado a sus necesidades reales de protección, disuadiría a cualquier agresor indeterminado en cualquier momento del futuro y le daría respaldo a su diplomacia, garantizando el imperio de la paz.
Estoy de acuerdo con usted cuando dice usted que nos aseguraríamos la paz permanente si contáramos con un poder militar respetable, pero disiento con usted cuando afirma que no se puede hablar en términos de previsión más allá de los cincuenta años. Me parece que está usted hablando desde la perspectiva de las personas y no de la de un Estado. Una persona es posible que más allá de los cincuenta años ya no esté viva, pero un Estado es evidente que lo sobrevive largamente. Paralelamente a tener una fuerza militar que nos asegure la paz, necesitamos unificar fuertemente en diferentes aspectos nuestro país. Ello se lograría haciendo que la sangre del desarrollo circule fluidamente por todo el territorio peruano, dejando de lado centralismos inveterados y anacrónicos.Cada región debe ser un cuasi Estado que se haga responsable se su propio desarrollo, sin esperar decisiones de Lima, salvo las que tengan que ver con el interés nacional e internacional, caso en el cual se deben tomar decisiones en base a un trabajo de coordinación, respetando las jerarquías. Quizá no le he dicho nada nuevo, pero es lo cierto que un país con sólo un puñado de autoridades que lo deciden todo y millones de personas -entre, sólo en el papel, autoridades descentralizadas y el común de la gente- ajenas a la vida politica de un país es poco probable que marche como debiera.