El 7 de marzo de 1939, Hitler murió en Berlín después de batallar contra el cáncer. El pueblo alemán creía que el Führer se recuperaba en su refugio de Berchtesgaden de una cirugía exitosa. El dramático discurso radial del Dr. Joseph Goebbels, anunciando la muerte del Führer, generó una conmoción general.
El cortejo fúnebre, que recorrió las calles de Berlín hasta el Reichstag, fue descrito por un periodista norteamericano como “un mar pardo”, en referencia al color de las camisas de los nazis.
Benito Mussolini tomó inmediatamente un trimotor y fue el primero en aterrizar en Berlín. Habiendo sido superado en vida por el discípulo muerto, Mussolini consideró que su presencia junto al féretro lo restauraba como el número uno.
A las pocas horas, aterrizó en Tempelhof un avión procedente de Madrid, trayendo a Francisco Franco, quién pensó útil manifestar su agradecimiento por el apoyo alemán durante la reciente guerra civil española, teniendo en cuenta, sobre todo, los nuevos equilibrios de poder en Europa.
La gran sorpresa vino una hora después de la llegada de Franco. Un avión soviético trajo a Maxim Litvinov, Comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores de la URSS, el cual, silencioso, se dirigió al Reichstag y tomo su puesto junto al féretro. Las embajadas telegrafiaron inmediatamente y especularon sobre un posible pacto germano soviético.
La noticia sacudió al Premier francés Edouard Daladier. Francia había firmado el “Tratado Franco Soviético de Asistencia Mutua” en 1935. Daladier, aterrado por un posible alejamiento soviético, tomo un avión y llegó a Berlín para unirse a la guardia del féretro de Hitler. Mejor presente que ausente. Los partidos comunistas de Europa guardaban silencio por orden de Stalin.
El Duque de Windsor dejó saber al Primer Ministro que aceptaría representar a Gran Bretaña en el funeral de Hitler. Jorge VI rechazó el mensaje traído por Chamberlain, por considerarlo indigno de la Casa Real. El mismo Chamberlain, después de la amarga experiencia de Múnich, en 1938, delegó la presencia oficial en el funeral en Sir Neville Henderson, el Embajador Británico en Berlín.
El Mariscal Rydz-Smigly se hizo presente en Berlín representando al Presidente de Polonia. También llegó el Almirante Horty, regente de Hungría. Tanto Rydz-Smigly como Horty estaban convencidos de que Stalin quería invadirlos y la presencia de Litvinov en Berlín tenía que contrarrestarse con la de ellos.
El Primer Ministro rumano, Armand Calinescu, se negó inclusive a enviar el pésame de rigor. Antonio Oliveira Salazar, el Premier del Portugal, considerando que la Alianza Anglo Portuguesa del Tratado de Windsor, firmado por las dos coronas en 1386, era una realidad tangible, a diferencia de todos esos nazis y comunistas con sus botas, envió un sobrio pésame. Los norteamericanos ya no tenían embajador en Berlín, en protesta por la Kristallnacht.
Lo insólito fue la llegada del Gran Mufti de Jerusalén, gran enemigo de Gran Bretaña y de los judíos, quién, al llegar al féretro, lo besó y declaró: “Hitler no es un hombre, es una idea. No cabe duda de que Adolf Hitler regresará a la Tierra junto con Jesús y el Imam perfecto Mahdi para establecer la paz, la justicia y la honestidad”.
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El Presidente del Reichstag, Herman Göring, señaló que el Plebiscito era parte de la Constitución de Weimar. Göring dijo: “Estamos aquí para juramentar al camarada Rudolf Hess y lo vamos a hacer así porque es un mandato constitucional y así lo hubiera hecho Adolf Hitler.”
Rudolf Hess aceptó serio y dolido. En su discurso señaló: “Nosotros, por órdenes de nuestro Führer y Rechskanzler supremo y eterno, Adolf Hitler, sabemos que hacer y lo vamos a hacer. Y hoy venimos a juramentarnos frente a él.” Luego, se anunció que Hitler sería embalsamado como Lenin y exhibido en un monumento especial.
Londres, 8.30 a.m. del 8 de marzo de 1939:
– “¿Sawyer, Sawyer, donde estás?”
-“Aquí señor, como de costumbre”.
– “Mi desayuno y los diarios Sawyer. Y un Whisky con soda.”
Winston Churchill se estiró en la cama y dijo para sus adentros: “Horrible pesadilla, peor que las que tengo despierto.”
Publicado el en www.altavoz.pe
Y pensar que Alemania, la enemiga de Inglaterra, no le quitó algo, fué su gran aliado EEUU quien con el prestamo y arriendo se quedo con enclaves de ultramar y la industria militar inglesa estafó a su propio gobierno produciendo malos armamentos. En fin, cosas de grigos.
Que relato!…me hace recordar mucho a un apoteosico funeral reciente en un pais vecino por el que se declaro tres dias de duelo nacional en el Peru…no se si me equivoco pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia